domingo, 13 de marzo de 2011

nevó y nada pasó

Es típico de los medios de comunicación el aprovechar las inclemencias meteorológicas como fuente de noticias cuando estas no existen. Cada lluvia torrencial, tormenta eléctrica o de granizo y sobretodo nevada, se convierte en un notición capaz de llenar horas y horas de televisión. Que se lo pregunte a los de España Directo o Madrid Directo.

Sé que pilla ya un poco pasado el asunto y que hay mas actualidad de la que poder hablar en Collado Villalba, pero sigo en el proceso de puesta al día del blog y ya que en anteriores nevadas cuando la gestión de los recursos ha sido más que deficiente he sido critico con el consistorio, considero justo el reconocer que en esta ocasión, la limpieza de las calles del pueblo si se llevo de modo correcto. No sé si ha sido que de los errores se aprende, de ser año electoral, de gozar de más medios o que la nevada ha caído en mejor hora. Cierto es que ayudo mucho el que tanto antes como sobre todo después de la nevada, cayeran precipitaciones en forma de lluvia.

Sin ir más lejos, en la nevada del año pasado, lo peor fue la helada posterior a la nevada, que convirtió muchas calles en pistas de patinaje. Pero fuere como fuere, el caso es que me acosté con la resignación de tener que ir a trabajar el sábado en tren, cosa que no suelo hacer por la reducción de servicios que hay en sábados, domingos y festivos. Y cuál fue mi sorpresa al ver que la calle sin estar totalmente limpia, si que al menos resultaba transitable cuando me levante para ir a trabajar.

Así pues, no queda más que felicitar a los empleados municipales que se encargaron de la tarea, así como a quien los coordinase en esta ocasión para que en nevadas sucesivas el éxito sea un hecho.

Al parecer, las quitanieves de fomento no funcionaron igual de bien y pese a la gran cantidad de silos de sal que se pusieron el año pasado para evitar un caos similar al de principios de febrero de 2009, no solo este no se evitó, sino que fue aún mayor con gran cantidad de gente atrapada en medio de la A6 hasta cinco horas. Algo que resulta difícil de comprender en pleno siglo XXI en un país como el nuestro.

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